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Diego Ramiro / Demógrafo y director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD-CSIC)

'En términos de esperanza de vida, la pandemia ha tenido una repercusión negativa en 2020 con una caída de un año'

En la actualidad, Diego Ramiro coordina varios proyectos dentro de la PTI Salud Global del CSIC. Hablamos con el demógrafo para que nos cuente cuáles son los últimos estudio realizados en este ámbito y conocer cómo ha impactado la Covid-19 en la población

08-06-2021

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Pregunta.- Uno de los proyectos que coordina se centra en la realización de una encuesta a las más de 5.500 residencias de mayores de toda España. ¿Para qué les sirve este censo y esta información con la que no contaban hasta ahora?

Respuesta.- Desde el comienzo de la pandemia, con la creación de la Plataforma de Salud Global del CSIC, se consideró como un área prioritaria de investigación el estudio del efecto de la Covid-19 en las residencias de personas mayores y el efecto en los mayores en general. Por ello, se creo una línea estratégica de investigación en este área. El CSIC llevaba desde hace 18 años, liderado por Antonio Abellán, profesor de investigación del CSIC, realizando una encuesta a todas las residencias de España, para conocer datos básicos de ellas: tamaño, servicios, personal que atiende dentro de la residencia, etcétera. Al comienzo de la pandemia, el CSIC puso a disposición de todo el mundo en abierto ese censo-encuesta a residencias para que pudiera ser usado y, en 2020, gracias a la gran colaboración de las residencias de toda España, ha actualizado esa encuesta. Gracias en gran medida a donaciones como la realizada por RTVE y otras empresas. Un censo de residencias es de gran utilidad, aporta muchos beneficios. Se hace porque no existía ese censo de residencias, por lo que no se sabía el número y características de la residencias y aún seguimos sin saber el número exacto de residentes en cada momento. Se hace también porque falta información general. La que hay está dispersa y fraccionada, a veces inconsistente y no uniforme. La encuesta-censo trataba de paliar esos problemas y esperamos que el censo que va a realizar el Imserso resuelva o busque evitar esos problemas. El censo persigue tener datos agregados y detallados por unidades territoriales. Pretende llegar con información a todo el territorio nacional, con información homogeneizada. Esto nos permitirá conocer la oferta de estos equipamientos al mercado de los cuidados de larga duración, tener un base para actualización de los equipamientos, sistemática y permanente, para vigilancia epidemiológica, para conocer la naturaleza de los centros (tipologías, residentes, titularidades, gestión etcétera), para registrar equipamiento dotacional (calidad e indicadores) y, en definitiva, es una información para servicio a la comunidad. Nos permite conocer ubicaciones, costes, disponibilidad y distancias, para que las familias puedan tomar sus decisiones y estrategias y planifiquen sus necesidades de cuidados de larga duración. Los censos georeferenciados sirven para organizar rutas de servicios, accesibilidad a otros equipamientos o servicios sociales y para optimización de localizaciones, al ponerlos en relación con la población. Constituye la base para sistemas de alerta y atención temprana, en casos de emergencias de cualquier tipo (sanitario, social,, etcétera). Es un elemento de utilidad para gestores públicos, empresas (y sus estrategias comerciales, de abastecimiento...), y para las familias. Sirve para realizar estudios de mercado, y para el mundo académico y científico, estudios y tabulaciones cruzadas con otras variables estadísticas y para darle visibilidad social.

P.- Otra iniciativa se dirige a las personas mayores, con el objetivo de conocer cómo han afrontado el confinamiento por la Covid-19 y las consecuencias de la primera ola. ¿Qué conclusiones han sacado hasta ahora?

R.- La encuesta-Censo a residencias nos había ofrecido datos cuantitativos de número de residencias y ocupación, lo que nos ha permitido estimar el número de residentes tanto en 2019 como en 2020, pero no nos permitía tener un estudio más cualitativo de cómo los mayores habían afrontado la pandemia. Por eso, y liderados por Vicente Rodríguez, profesor de investigación del CSIC, se está desarrollando en este momento el estudio piloto de una encuesta a residentes en residencias de la Comunidad de Madrid, que tratan de analizar cómo han afrontado la pandemia los residentes, su percepción del miedo, soledad, atención recibida, al igual que se les han preguntado sobre aspectos relacionados con su calidad de vida, movilidad etcétera. Una vez realizado el piloto, se realizará la encuesta tanto en Madrid como en Catalunya, en dos bloques de alrededor de 600 entrevistados en cada caso.

P.- Finalmente, en colaboración con la Farmacia de Dalt, está el ambicioso proyecto Branyas, que investiga sobre los perfiles de riesgo que viven en las residencias. ¿Nos puede explicar un poco el objetivo de esta investigación?

R.- Como ya se ha visto, el segmento poblacional que ha sufrido el mayor impacto en términos de morbilidad y mortalidad ha sido la población de mayor edad, en su gran mayoría residentes de centros sociosanitarios. La especial vulnerabilidad de estas personas, por su historial personal y por su institucionalización o dependencia, hacía necesario un estudio integral multidisciplinar que permita enfrentar próximos brotes de la infección con criterios acordes al riesgo individual, y que sirviera para optimizar la atención personal y sanitaria. La Farmacia de Dalt se aproximó al CSIC para ofrecer su colaboración en llevar a cabo ese estudio, y ofrecer su amplia experiencia en el servicio a residencias de personas mayores y, una vez aprobado por el comité de ética y previo consentimiento informado de los residentes, se ha iniciado recientemente este estudio que trata de dar un paso adicional en el análisis de la Covid-19 en residencias de personas mayores. Para ello, se dispone de una muestra de 3.000 residentes, y lo enriqueceremos en una submuestra de ellos con completos estudios socio-demográficos, biológicos, inmunológicos y de la microbiota intestinal de personas ya infectadas y de no expuestas del mismo colectivo, para establecer correlaciones que indiquen especial riesgo ante una futura infección de las personas no expuestas. Con ello, se desarrollarán perfiles de riesgo predictivos que se pondrán a prueba y refinarán en futuros brotes y oleadas.

P.- Estamos acostumbrados a escuchar cómo la esperanza de vida no deja de aumentar, pero, en este sentido, ¿puede la pandemia tener una repercusión negativa a nivel demográfico?

R.- En términos de esperanza de vida lo ha tenido claramente en 2020, con una caída de alrededor de un año, y que ha sido más acentuada en las zonas donde la pandemia ha impactado de forma más fuerte durante las primeras olas, como ha sido en Castilla León, Castilla-La Mancha, y ciudades como Madrid y Barcelona. En 2021, seguirá teniendo efecto en la esperanza de vida, aunque menor, y afectará a aquellas comunidades que se han visto más afectadas, sobre todo en los meses de enero a marzo, como son el caso de la Comunitat Valenciana o Andalucía. A nivel demográfico en general, lo ha tenido además por la caída en los nacimientos, que ha sido fuerte, un 20% en los meses de diciembre y enero, y algo menor en noviembre y febrero, lo que provocará una caída en la ya de por sí baja fecundidad. Finalmente, las restricciones a la movilidad que introdujo el estado de alarma han reducido la llegada de migrantes, lo que ha provocado. en su conjunto, debido a la mayor mortalidad, menor fecundidad y una reducida migración, que España perdiera población en 2020.

P.- También estamos habituados a que las personas no solo vivan más año, sino con una mayor calidad de vida, con una menor dependencia. ¿La Covid-19 ha podido revertir esta situación?

R.- Ya veníamos observando en los últimos años que en algunos países la esperanza de vida no crecía de forma lineal a como se había producido en años anteriores, con crecimientos de 2,5 años en esperanza de vida cada diez años de calendario. Esto ha ocurrido en Estados Unidos, Reino Unido y, en menor medida, en Francia y en Alemania. Las razones en cada uno de ellos son diferentes, por ejemplo, en el caso de Estados Unidos ha contribuido en gran medida el consumo de opioides y muertes en edades jóvenes-maduras. Por otro lado, la esperanza de vida como indicador agregado esconde situaciones diferenciales dentro de la sociedad, donde por ejemplo las mujeres con alto nivel educativo viviendo en zonas poco deprimidas en el Reino Unido han tenido una esperanza de vida que no ha dejado de crecer, mientras que las mujeres con niveles de educación bajo y viviendo en zonas deprimidas su esperanza de vida en los últimos años no solo no ha crecido, sino que ha caído. A largo plazo, el efecto de factores como la creciente obesidad de la población, que provocará una mayor prevalencia de enfermedades como diabetes, puede provocar que ese crecimiento de la esperanza de vida se ralentice o se frene, y que las personas mayores sufran una peor salud y una mayor dependencia. En cuanto a la Covid-19, todavía es temprano para conocer los efectos a largo plazo que puede provocar la enfermedad, pero en personas que han sufrido una enfermedad severa y sus órganos se hayan visto dañados tendrá un efecto claro en su calidad de vida futura.

P.- Otro aspecto importante en la pandemia ha sido el comprender mejor los efectos de las medidas de restricción de movilidad y distanciamiento social. ¿Qué conclusiones están sacando con el proyecto ‘Distancia Covid’?

R.- Uno de los aspectos más claros durante la pandemia ha sido el efecto que ha tenido la movilidad y los contactos interpersonales en la propagación del virus SARS-COV2, y esto fue más evidente en los primeros momentos de la pandemia cuando se desconocía, en parte, las formas de transmisión del virus y el uso de la mascarilla no estaba generalizado. Al igual que con las residencias, el CSIC decidió poner en marcha una línea estratégica que trataba de modelizar y analizar la evolución de la pandemia a través de datos de movilidad y a través de diversas encuestas que se han ido realizando durante toda la pandemia. Esto ha sido posible gracias a donaciones recibidas por el CSIC como las de Aena. Entre otros resultados, se ha visto que aquellas zonas mejor conectadas y con una mayor movilidad fueron las que más afectadas fueron, sobre todo durante la primera oleada, y que las zonas donde vivían trabajadores esenciales, que tuvieron que seguir desplazándose, y no pudieron teletrabajar durante la pandemia fueron aquellas que experimentaron mayores niveles de infección y de mortalidad. El proyecto ‘Distancia Covid’ ha estado publicando informe semanales desde marzo de 2020 analizando esos patrones.

P.- ¿Los datos que manejan de la pandemia son similares a los que presentan otros países?

R.- En el caso de España, el INE ha hecho una gran labor en dar datos muy rápido tanto de muertes, nacimientos y movilidad, en unas circunstancias muy difíciles para la institución, porque como todos, sus trabajadores tuvieron que realizar teletrabajo y muchos de los sistemas de recogida de datos, desde los registros civiles a la propia preparación de los datos y publicación, se vieron afectados por la pandemia. Todos esos datos los han puesto a disposición de los usuarios en tiempo récord. Por otro lado, el ISCIII realizó también un estudio único, el Estudio Nacional de sero-Epidemiología de la infección por SARS-CoV-2 en España (Enecovid), hace un año, y del que esperamos que en algún momento sus datos también estén disponibles.

P.- Usted dijo en una ocasión que una de las lecciones de la pandemia es la necesidad de contar con datos de buena calidad, accesibles y en tiempo real. ¿La Covid-19 ha sido un impulso para la digitalización de los datos?

R.- La Covid-19 nos ha permitido detectar los aspectos a mejorar en nuestro sistema de producción de datos, y esas mejoras se están produciendo. La primera es que en una pandemia se necesitan datos de alta frecuencia, es decir, datos horarios, diarios o semanales y que estén disponibles en muy poco tiempo, para apoyar en la toma de decisiones. Muchos de los sistemas de producción de datos están basados en datos anuales o mensuales y con unos ritmos de publicación mucho más lentos. Lo segundo es que se necesitan datos abiertos, y que esos datos estén disponibles para la comunidad cuanto antes, siempre cumpliendo con todas las regulaciones de protección de datos. En ese sentido, la pandemia ha provocado un salto de años en los cambios que ya se estaban produciendo en la administración y que sin duda se acelerarán en los próximos años.



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